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TIRO AL AIRE

El día de la marmota: picos y tetas

El beso de Rubiales a Hermoso es la palmada en el culo a la criada del señorito antiguo. El error es que algunos aún no se dan por enterados

¡Vivan los jubilados!

El pacto de debajo de las piedras

María José Fuenteálamo

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El calendario avanza, dice que pasan los días, los meses y los años. Hasta enero, ese mes tan largo, parece que quedó atrás, pero es sólo ficción. Sólo sobre el papel. En realidad, esta sociedad no se está moviendo de un sitio, un sitio antiguo, ... ya definido por algunos clásicos como Aristóteles. El pobre pensó muchas cosas muy bien, pero se equivocó con nosotras. Nos dejó como inferiores a los hombres, tachándonos, entre otras sutilezas, de mentirosas y tramposas. Le echo –ahora que no se puede defender– un poco la culpa porque alguien tendrá que cargar con las de esta fauna que aún arrastramos. Esos herederos de la visión femenina aristotélica que no nos dejan avanzar. Estos que nos mantienen enganchados –a todos– en el eterno debate sobre el cuerpo de las mujeres. Sobre quién lo puede tocar, cómo, cuándo, dónde, por qué. Si ella lo puede enseñar, cómo, cuándo, dónde, por qué. Todas las w del periodismo, pero sobre cada parte de nuestro cuerpo, úteros incluidos. Con ellas creamos polémicas, horas de televisión, titulares de periódico, tertulias de radio, debates en la barra del bar, en casa, con los amigos, en el trabajo. Una y otra vez. El cuerpo de la mujer, en el centro.

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