TIRO AL AIRE
El día de la marmota: picos y tetas
El beso de Rubiales a Hermoso es la palmada en el culo a la criada del señorito antiguo. El error es que algunos aún no se dan por enterados
¡Vivan los jubilados!
El pacto de debajo de las piedras
El calendario avanza, dice que pasan los días, los meses y los años. Hasta enero, ese mes tan largo, parece que quedó atrás, pero es sólo ficción. Sólo sobre el papel. En realidad, esta sociedad no se está moviendo de un sitio, un sitio antiguo, ... ya definido por algunos clásicos como Aristóteles. El pobre pensó muchas cosas muy bien, pero se equivocó con nosotras. Nos dejó como inferiores a los hombres, tachándonos, entre otras sutilezas, de mentirosas y tramposas. Le echo –ahora que no se puede defender– un poco la culpa porque alguien tendrá que cargar con las de esta fauna que aún arrastramos. Esos herederos de la visión femenina aristotélica que no nos dejan avanzar. Estos que nos mantienen enganchados –a todos– en el eterno debate sobre el cuerpo de las mujeres. Sobre quién lo puede tocar, cómo, cuándo, dónde, por qué. Si ella lo puede enseñar, cómo, cuándo, dónde, por qué. Todas las w del periodismo, pero sobre cada parte de nuestro cuerpo, úteros incluidos. Con ellas creamos polémicas, horas de televisión, titulares de periódico, tertulias de radio, debates en la barra del bar, en casa, con los amigos, en el trabajo. Una y otra vez. El cuerpo de la mujer, en el centro.
El tema parece de ahora porque coinciden en el tiempo el juicio contra el beso de Rubiales a Jenni Hermoso y el minidestape de pecho de Inés Hernand en una fiesta post Festival de Benidorm. Pero es de siempre.
Aunque, a pesar del bucle infinito, como en la película, en cada repetición, se ven leves avances. Por prueba y error. La prueba es que uno de los mandamases del fútbol español está sentado en el banquillo por tocar sin permiso el cuerpo de una mujer. El beso de Rubiales a Hermoso es la palmada en el culo a la criada del señorito antiguo. El error es que algunos aún no se dan por enterados de lo que pasa.
¿Reconocerá Rubiales que el suyo es un pico de poder? «Me estaba besando mi jefe», ha sentenciado Hermoso. ¿Es necesario explicar más? Sí, claro. Hay que recordar, para que lo entiendan los aristotélicos, que no hace falta que ella reparta tortas o se ponga a lagrimear para que lo de él tenga delito. La próxima vez que le roben la cartera o el móvil no se le ocurra a usted denunciar sin apalizar al ladrón o llorar a moco tendido.
El mini 'top-less' de Inés Hernand es otro 'dèjá vu', 'dèjá vécu' y 'dèjá senti'. ¿Cuánto hace de lo de Amaral? Sí, otra vez. Una mujer que enseña el pecho cuando ella quiere, donde ella quiere, como ella quiere. Y, de nuevo, llueven lanzas cromañonas.
La verdad que este día de la marmota es harto cansino. Quizá, como en la película, acabe el día que las mujeres conquistemos, por fin, el respeto total de los otros a nuestros cuerpos. Desde el verdadero convencimiento. No debería ser tan difícil pero, a veces, parece que hace falta que vuelva a nacer Aristóteles.
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